martes, 24 de julio de 2012

La gravedad y su efecto

Publicado por Lili en 14:31
¡Hola aventureros!

¿Cómo andamos esta semana? Yo la verdad, un poco cansada, porque estoy de mañana y madrugo lo que no está escrito (con decir que el otro día cuando llegué al metro no estaba puesto ni los minutos de espera jeje). Pero con buenas siestas en el tren se aguanta todo ;)

Como veis, hay nuevo diseño de blog. El otro día después de un buen rato y un poco de quebradero de cabeza, pude instalar el nuevo diseño, ¿os gusta? :). Es uno de los diseños que más me gustaban porque era muy yo ;)

Y sin más dilación os voy a presentar la nueva aventura de hoy, esta va a ser diferente a la anterior, pero en mi opinión más divertida. Os voy a poner en situación. 

Esta vez me ocurrió el año pasado cuando trabajaba en las máquinas de afuera. Empecé en la temporada de Semana Santa, una época en la que todo el mundo viaja, todo está lleno y todo el mundo está estresado. Pues bien, ese día había más gente en la taquilla que en Madrid, os lo puedo asegurar. La gente esperaba como una hora para comprar billetes, vamos ¡un caos! Sería como las tres de la tarde, y por esa hora es cuando más se llena la estación porque es cuando más viajes hay, y como no también, cuando más problemillas hay. 

Pues estaba fuera atendiendo como podía a los clientes, había tantos que incluso ¡Tenía qué atender dos máquinas a las vez! En eso de que veo venir a un chico corriendo con la maleta hacia mí, muy nervioso y gritando: "¡Por favor, por favor!" Le pregunté que le ocurría y le pasaba lo que pasa cuando hay mucha gente, él tenía un billete comprado por Internet y con un localizador que se da en el momento de la compra y el DNI, puedes subir directamente; pero supuestamente, no estaba en la lista de pasajeros. Entonces le mandaron a taquilla para solucionar el problema, dos minutos antes de que saliera. Por lo que el chico, normal, estaba nervioso. Como desde las máquinas no tenía como ver si estaba en la lista me metí dentro, pero el chico aguantó la puerta y desde fuera podía oír: "Por favor, ¡qué lo pierdo!" Efectivamente buscando la lista, le encontré. Salí corriendo y le entregué el billete, pero eran ya las tres en punto y sino se iba, perdería el autobús. El chico salió corriendo con las dos maletas, una grande y otra pequeña, pero eso le retrasaría, así que no me lo pensé dos veces y salí corriendo detrás de él, yo iría más rápido. Pues bien, este chico llevaba unos pantalones de tan de moda ahora, en los que se te ve medio calzoncillo, por lo que podréis suponer muy cómodos no son si tienes que ir corriendo. Así que cuando no llevaba más de dos metros recorridos, la gravedad hizo su efecto, y los pantalones cayeron al suelo en medio de toda la gente que esperaba para comprar su billete. ¡El chico se quedó en calzoncillos! Yo me tuve que aguantar la risa, pero era muy gracioso ver a un chico en mitad de la estación con dos maletas y los pantalones bajados. Se subió corriendo el pantalón y se apretó el cinturón, aún le quedaba mucho trayecto y no creo que quisiera que todo el mundo viera sus calzoncillos de nuevo, que sino recuerdo mal, eran de muñequitos. 

Al final pudo coger el autobús y mientras guardaba las maletas me repetía: "Gracias, gracias"diciéndole: "De nada" me dirigí de vuelta a la taquilla riéndome. ¡Nunca pensé que le vería los calzoncillos a alguien en el trabajo!

Esta es una de mis aventuras favoritas, pero no porque le viera los calzoncillos al chico, sino porque son cosas que nunca pude imaginar que ocurriría en una taquilla. ¿Vosotros lo hubieras llegado a creer? Eso sí, desde aquí mi consejo: "Ataos fuerte el pantalón y llevar siempre ropa interior bonita, ¡nunca se sabe!" ;)

Próxima aventura: palabras en otros idiomas :)

Besos a montones




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