¡Hola Aventureros!
¡Madre mía! ¡Han pasado muchas cosas desde la última vez que escribí! Ya no estoy trabajando, ahora soy pelirroja y estoy estudiando para el first. A lo primero no sintáis pena, era un trabajo pasajero y aunque ahora los trabajos escasean voy a encontrar algo que me guste mucho más, así que, ¡deseadme suerte!
Eso sí, aunque ya no esté trabajando tengo un montón de historias en el tintero y siempre recordaré con cariño muchas de ellas, pues me hacían sonreír y confiar en que todavía hay mucha gente buena y simpática por el mundo.
Estas aventuras, pluralizo porque son varias, tienen todas un denominador común: las parejas. Si, las parejas. Creo que a todo el mundo nos ha pasado alguna vez, sobretodo dicho por las personas mayores, lo de: "Tú harías buena pareja con mi nieto, lástima que este casado" O revés en el caso dicho a los chicos, no me os enfadéis.
Estas aventuras, pluralizo porque son varias, tienen todas un denominador común: las parejas. Si, las parejas. Creo que a todo el mundo nos ha pasado alguna vez, sobretodo dicho por las personas mayores, lo de: "Tú harías buena pareja con mi nieto, lástima que este casado" O revés en el caso dicho a los chicos, no me os enfadéis.
Pues bien, estás son mis tres aventuras de hoy. ¡Disfrutadlas!
El soborno
Cuando la gente no conseguía la hora que quería podían reaccionar de dos maneras diferentes: o se enfadaban o te sobornaban. Aunque lo primero ocurría más a menudo, más en día de festivos, lo segundo podía ocurrir de cualquier forma inesperada. Lo que me ocurrió a mí con este señor. Era un día en el que uno de los destinos que realizábamos, diremos que es "Hogwarts", estaba bastante completo y la gente conseguía hora para siguiente horas. El señor vino a la taquilla, y muy alegremente me pidió para "Hogwarts" pero tuve que darle la mala noticia de que se tenía que ir dos horas más tarde. El señor, muy simpático, intentaba que le diera plaza antes, pero yo no podía hacer nada más. Entonces como un pequeño soborno me dijo: "No te presento a mi nieto sino me das plaza antes". Yo me reí y le contesté: "Si la próxima vez que venga le consigo plaza para cuando usted quiera, ¿Me lo presenta?" El hombre sonrió y contestando un "Ya veremos" se alejó para sentarse en la sala de espera. Puede que tuviera un final agridulce pero, ¿quién no ha sobornado nunca con un familiar?
El padre casamentero
Reconozco que cuando estaba afuera con las máquinas me ocurrían las historias más graciosas. Puede que fuera porque mucha gente venía solo a preguntar y ya de paso se quedaban a hablar un rato; y yo, que a veces me aburría como una ostra, lo agradecía infinito. Pues bien, un día vinieron un señor y su hijo, los dos de Brasil. Estaba informándoles de los viajes, ya sabéis: las horas, el precio, etc. Cuando el señor me dice de repente: "¡Oye! Tienes unos ojos muy bonitos, cásate con mi hijo" Ante esto el hijo, que tendría como unos 16 años, se ruborizó y se escondió detrás de su padre. Yo me empecé a reír, no del pobre chico claro esta, sino de la situación. ¿A qué nunca os han propuesto matrimonio de esta manera? "Claro, cásate con él" -el hombre seguía con su insistencia- "Y así tendré nietos españoles. Nietos españoles y brasileiros. ¿Qué te parece?" Yo sólo me reía y dándole las gracias, prometí que me lo pensaría. El hombre se fue haciendo sus planes y el hijo le seguía con la cabeza baja y abochornado. ¿En cuántas situaciones similares le habría metido al pobre?
¿Dónde está tu anillo de casada?
Os voy a poner un poco en situación, cuando estaba fuera en las máquinas, yo estaba situada al lado de la única puerta para entrar en la taquilla. Ahí no solo entraban los taquilleros, sino también los conductores a los que saludaba siempre y era conocida entre ellos como "La chica de las máquinas". Pues un día por la tarde, en la que no había mucha gente, llegó un hombre mayor preguntándome por un destino que nosotros no vendíamos, sino la otra empresa que había en la estación y que a esa hora ya estaba cerrada. Yo le dije que había un horario en el cristal y que podía mirarlo para informarse. Pero el hombre estaba un poco perdido y como no había nadie al que atender me dispuse a ayudar a la "competencia". Me acerqué con él, vimos el horario y le apunté en su móvil el teléfono para que llamara por la mañana, el hombre era super simpático. "No tienes anillo, ¿no estás casada?" me preguntó sin previo aviso. Riéndome le dije que no y el me preguntó de nuevo: "¿Y eso por qué?" Yo me encogí de hombros: "Pregúntele a ellos" "¡Ah pues no!- el hombre negaba con la cabeza- "Ahora mismo te vamos a buscar a uno" Yo me reía, ¡qué hombre más majo! En eso, de que mientras el hombre miraba por la estación, apareció un conductor que me saludó y yo le saludé de vuelta. El hombre se fijo entonces en él y me dijo a modo de padre: "Este no me gusta para ti" Era un señor muy entrañable. ¿Todavía seguirá en la búsqueda de mi marido?
Dos meses sin escribir han pasado factura y he escrito más que nunca pero, ¿os han gustado las aventuras? Estás las recuerdo especialmente con cariño porque el amor está por todas partes y la gente quiere que lo encuentres aunque te lo tengan que buscar ellos mismos ;)
Y esta semana quiero que me contéis alguna historia parecida a las que me han pasado a mí en estas aventuras, os podéis alargar tanto como queráis (o tanto como os deje el cajón de los comentarios je je)
Esta historia va a ser de las últimas que escriba en al menos dos semanas, porque el miércoles me voy a Londres y de ahí me voy a Barcelona. ¡Mis vacaciones de verano por fin han llegado! Pero leeré todos los comentarios y aventuras que me contéis.
Próxima aventura: gente agradecida y sus efectos.
Besos a montones.